martes, febrero 17

Escribí dos mails que no voy a mandar, desordené mi cuarto más de lo que estaba, me comí una tostada con miel y se me metieron las semillas de amapola entre los dientes. Me duele el pie izquierdo de nuevo y estoy pensando en visitar a Ms. China para que me rompa los dedos del pie por primera vez en el año. Porque aniquilados los dedos ya no debería haber más dolor. Porque la luna está menguando. Y porque si nos deshacemos del problema desde la raíz es mucho *más* mejor.

Me siento a leer mis cuadernos, a revolver cosas viejas. Separo, elijo y tiro. El piso de mi cuarto lleno de cosas, el olor de los jazmines en su cuarto día.

A veces uno cree que es de determinada manera. Se jacta de ser fiel a sus principios, de ser ordenado, racional, equilibrado. De lavarse las manos después de hacer pis. De masticar con la boca cerrada. De ser sincero. De ser bueno guardando secretos. De saber elegir y de elegir bien.

Yo misma me jactaba de saber lo que quería y de elegir siempre bien. Si las cosas salían mal, invocaba el hecho del príncipe, la fuerza mayor o al caso fortuito. La responsabilidad objetiva del 1113. Pero la vida es a prueba de códigos civiles.

De todas formas no me quejo. Siempre estás a tiempo de hacer las cosas bien.

Aunque ya no voy a tomar el atajo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué te pasa?

Caro dijo...

Hay algunas cosas que me gustaría no recordar con tanto detalle.

Creo que es eso.