martes, septiembre 30

María-Ucrania

En la parte donde está la reserva ecológica en puerto madero, pasando el edificio de MAPFRE, hay un puestito de sandwiches que hace una ucraniana que se llama Tatiana. Tatiana no habla mucho español, pero lo suficiente para entender queso sí, jamón también, y preguntarte "mayo?", para que vos le contestes: "bueno, un poco, gracias".

Tatiana tiene forma de tetrabrick y es maciza. Funcionaría perfectamente como abuela nórdica relatora de Perrault y proveedora de hot chocolate con marshmallows (como Jude les prepara a sus hijas).

Me hace acordar mucho a María, también ucraniana. Cuando Tesa llamaba a casa y preguntaba por mi, María-Ucrania le gritaba en español-ucraniano "Caro no hay" y le cortaba para que Tesa no le preguntara acerca de mi paradero, ni le pidiera dejar un mensaje. María-Ucrania destilaba brutalidad por todos sus poros europeo-orientales y olía como el armario de la cocina donde guardamos las especias (que es lo mismo que decir que no se bañaba a diario, en el sentido lato del término).

Recorriendo hoy la página de Ed Sullivan y sus esclavos camboyanos para ver qué novedades traía, de repente zas Good-Bye Lenin/sinapsis/María-Ucrania, y aquella tarde facultativa en la que apareció por mi escritorio con unas cintas familiares comunistas y la intención de mirarlas en nuestro videoreproductor capitalista. Me acuerdo de que eran como las cuatro de la tarde, que yo estaba estudiando para un parcial y que el pedido de María me había resultado en ese momento la excusa perfecta para el recreo perfecto.

Me acuerdo del café con leche con pepas terepin; me acuerdo de María-Ucrania y yo, en la soledad del altillo; de la mesa de ping-pong llena de porquerías y escrita con resúmenes de anatomía.

Ea, pues: nos embarcamos en la tarea de conexión, introducción de VHS y play.

martes, septiembre 23

Batiola

Hasta hace unos días estaba convencida de que tenía dos hábitos que rompían con las normas de protocolo y etiqueta, hasta que me enteré de que varias amigas mías también los practicaban, lo cual me alivió y además me procuró de una respuesta acabada, contundente y estadística a los reclamos siempre infundados de mi hermana (que además es una asquerosa porque fuma y tira los puchos en el inodoro, no sin antes dejar cenizas en la tabla).

En primer lugar, está la de oler las cosas. Al principio lo limité a la comida y una vez que desarrollé la sensibilidad y el talento, lo extendí a la ropa. De acuerdo al olor que tengan las medias o una remera, yo puedo saber con exactitud cuánto les queda de día-útil sin temor a que me tilden de negra sucia.

En segundo lugar (y el que mayores problemas de convivencia me trae) está el de pegar los pelos en la pared del baño. Sabido es que las mujeres, especialmente las de pelo largo como el mío, perdemos bastante pelo en algunos períodos del año y sobretodo después de la crema de enjuague. Por eso mientras me baño y para que los pelos no tapen el drenaje, los pego a la pared y cuando me termino de bañar los saco, los hago pelotita, y los tiro.

Supongamos que a veces no me acuerdo.

Cuando no me acuerdo, los pelos se secan y quedan tísicamente adheridos a los azulejos, y cuando mi hermana se va a bañar se enoja y su indignación se mide en escala richter. Después me obliga a ir al baño y mientras los señala con el dedo con cara de asco, me dice 'vení y sacálos' como si se tratara de un nido de cucas, y revisa que no queden rastros.

En son de paz y para que no se ponga así, el otro día decidí escribirle algo con los pelos. Le escribí "DIE", suponiendo que iba a decir qué graciosa que es mi hermana, el paralelismo con Bob Patiño y todo eso.

Y nada.

No me dijo nada. Ni se dio cuenta.

Entonces tuve que hacer algo muy choto. Tuve que ir y explicarle toda mi maniobra y eso. Y la verdad que le pareció gracioso y todo.

Pero nada. Muy choto eso de andar explicando los chistes.

domingo, septiembre 21

Ayer fue como la primera vez que visité alguna ciudad que me pareció la más linda de todas. Escuchaba Me hice cargo de tu luz y pensaba no puede ser tan perfecta, no puede ser que me haya levantado tantas mañanas y me haya ido a dormir tantas otras veces sin saber que existía esta canción. O su adyacente (en menos grado, pero igual también). Y no es porque estén juntas; no. Las hubiera elegido entre miles aunque fueran hijas de distintos padres.

Cuando descubro algo así tengo una sensanción de cosa sobrenatural sólo comparable a otros hechos igual de reveladores, que por supuesto sólo tienen sentido para mi.

Como haber descubierto que la foto que vi el otro día en 7/11 que estaba colgada atrás mío en una esquina (la que más me gusto de entre todas las que colgaban) era también de Elliot Erwitt. El descubrimiento se produjo el miércoles al mediodía, mientras hojeaba unos libros de fotografía. La foto estaba a la vuelta de una de una clase de ballet.

Es como si de repente uno tuviera esas complicidades con la vida, reducidas de repente a esos segundos-instante en el que se produce la revelación, imposible no sonreír para adentro y pensar ya sé de qué me estás hablando.

martes, septiembre 16

sábado, septiembre 13

Piel canela y primer protagónico de Berto - Colección invierno


Generalmente mis pinturas no tienen un nombre definido por una razón bastante sencilla: me olvido de la mayoría de las cosas. Entonces los nombres terminan variando de acuerdo a quién me pregunte, la circunstancia y mi biorritmo (en ese orden).
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El nombre de esta en particular es "Piel canela y primer protagónico de Berto - Colección invierno con pompones fucsia".
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Lo escribo acá, así no me lo olvido.

jueves, septiembre 11

Oh Lola:

Te escribo desde mi escritorio del laburo, que está lleno de tapitas de agua mineral que juntamos para una causa noble. También tiene un calendario de Frida Kahlo, un par de fotos, un búho de piedra, un bicho que es como un hombre de las nieves que venía adentro de un Kinder Sorpresa y un sacapuntas eléctrico que te voy a regalar cuando seas grande y no corras el riesgo de sacarte un dedo (el resto de las cosas que hay, creéme, no merecen descripción).

Llueve y también es jueves. Los jueves están buenos porque se parecen a los prólogos. Los viernes y los sábados la felicidad es extrema, los domingos arrancan bien pero después de las siete uno siente un poco de angustia pre-lunes y los lunes son generalmente malos. Los martes tienen mucho en común con los jueves (y además contrastan mucho con los lunes, por eso resultan tan amigables), y los miércoles- bueno, son miércoles y ya. Cuando sientas algo feo en la boca del estómago (que está justo arriba del ombligo) me podés llamar. Mientras tanto probá con un pedazo de chocolate (a las mujeres nos funciona). A mi también me funciona una banana con dulce de leche, pero eso ya va en gustos.

Estaba con la idea fija de que el primer regalo que te iba a hacer era un libro comestible para que muerdas y babees groseramente. Pero a tu abuela le pareció que era muy prematuro y me insistió con ese vestido colorado con moños y el bombachudo en composé. Yo traté de convencerla diciéndole que los dibujos del libro no estaban tan mal, y que tenía los bordes de goma eva para el confort de tus encías, pero después terminé cediendo con su idea (es de capricornio). De todas formas el libro puede ser más adelante, y mientras estoy pensando en armarte una colección de libros de Roald Dahl, que es lo más y te va a encantar. Y crayones no tóxicos para que puedas masticar. Y dibujar.

Hoy es uno de esos días en los que no quiero estar en el trabajo. No creas que porque digo "trabajo" soy una persona adulta y madura. El trabajo es lo que viene después del colegio (que viene después del jardín) o de la facultad, no es más que eso. Es parte de la vida hacer cosas que quizás no nos gustan mucho. La mayoría de las cosas tiene una parte buena y otra mala; cuando uno está contento, se concentra más en la parte buena y cuando uno está triste, se concentra más en la mala. Lo importante es acordarse siempre de que en lo que respecta a las malas, "All things must pass" (ya vas a conocer a George Harrison, en la tapa de ese disco está sentado sobre un hongo, y alrededor hay duendes con cara de libidinosos). Supongo que el secreto está un poco en poder concentrarnos en las cosas buenas aún cuando estamos tristes.

Después hay cosas que siempre están buenas. El cine, el dulce de leche, la sprite con limón, dormir hecha un canapé con una mantita, que te acaricien el pelo, los diccionarios, el zoo, las casas de cotillón, las calesitas, las piñatas, los muppets. Y estas cosas van a ir cambiando a medida que crezcas, hasta que un día te enamores de alguien y sientas que raja la tierra y que de todas las cosas que siempre están buenas, esa lidera el ranking. Eso y pasearte en bombacha por tu casa cuando no hay nadie. No digo sólo por tu cuarto o el baño. Me refiero a cruzar fronteras: la cocina, el living. Y poner música y bailar mal. Y cantar mal. A veces mi felicidad reside bastante en eso. Con Lulu lo hacemos bastante seguido (mi papel preferido es el de bailarina y ella tiende a la cumbiancha).

Seguramente también llegue el día en el que yo te parezca vieja, aburrida, inadecuada y todas esas cosas horribles que a veces pienso de mi tía. Pero bueno, todavía tengo tiempo para que no lleguemos a ese punto, no? Digo, podés ignorar el vestido colorado con moños y el bombachudo en composé y a cambio prometo cosas mucho más copes, visitas al zoo, al circo que está en Benavidez, al teatro, hacer ensaladas con las plantas de tu abuela, muñecos con plastilina, dibujar a Cookie Monster.

Y ponerme de tu lado cuando tus papás te traicionen con un hermano.

Te mando muchos besos en la nariz.

C

lunes, septiembre 8

domingo, septiembre 7

The twit

Supuesto idílico: Hoy re daba para panquecito con dulce de leche y dvd corny con mantita erótica-animal print.

Pero terminamos viendo la programación completa de Home & Health hasta que dieron Niñera S.O.S., pasando por Alma -oriunda de México- y su problema de lactancia; Leah (modelo de la agencia Expecting Mothers) y su marido afro; y un corto sobre Closer con Jude Law.

Home & Health se está tornando adictivo en mis ratos de endemientras.

Mientras me pinto las uñas.
Mientras espero que mi hermana se termine de bañar para bañarme.
Mientras se derrite el queso de la pizza en el horno.
Mientras espero que Tina me confirme a qué hora.
Mientras atiendo el celular de mi hermana y le digo a su chico que llame después porque se está bañando.

L: Cómo que le dijiste que me estaba bañando? Estás loca?
C: Cuál es el problema?
L: Que ahora va a pensar que me estoy bañando para ÉL.
C: Y?
L: Ahora no salgo.
C: No seas boluda.
L: No, no salgo. Listo. Me cagaste la salida.
C: Me estás jodiendo?
L: No.
C: La gente se baña todos los días.
L: La gente no se baña a las 4 de la tarde de un domingo después de que la invitan a salir. Es obvio. Gracias, eh? Menos mal que sos mi hermana. Ahora va a pensar que estoy entregada.
C: Porque te bañaste?
L: Sí.

(Sube a su cuarto enojada. Al rato baja)

L: Al final salgo.
C: Me parece bien. Te vas a cambiar?
L: No, voy así.
C: ...
L: Voy crota para que él no piense que me bañé y me arreglé para verlo.
C: ...
L: Además, sabés qué? Yo supuse todo esto.
C: El qué?
L: Mientras me bañaba me acordé de que había dejado el celular al lado tuyo y me imaginé que iba a sonar. Que lo ibas a atender y que ibas a decir una boludez como esa, que me estaba bañando.
C: jajaja
L: Pero decidí confiar. Soy una boluda.

viernes, septiembre 5

Peek-a-boo

Debe ser muy groso eso de encontrarte de repente con un cuerpo y tener que aprender a usarlo.

Y con el tiempo reconocer habilidades distintivas.

Como dar vuelta los párpados, tocarte la punta de la nariz con la lengua, mover las orejas. Levantar una sola ceja. Agarrar cosas con los dedos del pie. Lanzar chorros potentes de agua a través de las paletas.

En su primer mes de vida aprendió a escupir.

lunes, septiembre 1


En esta, sujetando su chupona como Dios manda.


No quiero caer en lugares comunes y decir que Lola es la más linda del mundo, pero -OBJETIVAMENTE-, está a la vista.