martes, septiembre 30

María-Ucrania

En la parte donde está la reserva ecológica en puerto madero, pasando el edificio de MAPFRE, hay un puestito de sandwiches que hace una ucraniana que se llama Tatiana. Tatiana no habla mucho español, pero lo suficiente para entender queso sí, jamón también, y preguntarte "mayo?", para que vos le contestes: "bueno, un poco, gracias".

Tatiana tiene forma de tetrabrick y es maciza. Funcionaría perfectamente como abuela nórdica relatora de Perrault y proveedora de hot chocolate con marshmallows (como Jude les prepara a sus hijas).

Me hace acordar mucho a María, también ucraniana. Cuando Tesa llamaba a casa y preguntaba por mi, María-Ucrania le gritaba en español-ucraniano "Caro no hay" y le cortaba para que Tesa no le preguntara acerca de mi paradero, ni le pidiera dejar un mensaje. María-Ucrania destilaba brutalidad por todos sus poros europeo-orientales y olía como el armario de la cocina donde guardamos las especias (que es lo mismo que decir que no se bañaba a diario, en el sentido lato del término).

Recorriendo hoy la página de Ed Sullivan y sus esclavos camboyanos para ver qué novedades traía, de repente zas Good-Bye Lenin/sinapsis/María-Ucrania, y aquella tarde facultativa en la que apareció por mi escritorio con unas cintas familiares comunistas y la intención de mirarlas en nuestro videoreproductor capitalista. Me acuerdo de que eran como las cuatro de la tarde, que yo estaba estudiando para un parcial y que el pedido de María me había resultado en ese momento la excusa perfecta para el recreo perfecto.

Me acuerdo del café con leche con pepas terepin; me acuerdo de María-Ucrania y yo, en la soledad del altillo; de la mesa de ping-pong llena de porquerías y escrita con resúmenes de anatomía.

Ea, pues: nos embarcamos en la tarea de conexión, introducción de VHS y play.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En los 90´s, esas mucamas ucranianas y nórdicas eran una alternativa ideal a las clásicas peruanas y boliguayas. Pero como todo en los 90, duraron poco. Vino Cavallo y se las llevó todas a su exilio, o capáz que están con Yabrán en Cozumel.

Recuerdo un amigo que tenía una en su casa que era una suerte de fuckin machine y que parecía haber llegado a la argentina para echar por la borda aquello de que las latinas eran las más fogosas.

Porque si esta mujer de veras provenía de suelos escandinavos, había llegado a las pampas para derretir hielo.

Mi amigo me contaba que todo el tiempo le decía: "NN, vamos conmigo a la dormitorio" o "Vamos papita, que te quiero chupar toda la cuerpo y la chenquita". Y tantas otras barbaridades irreproducibles en este comentario. Lo cierto es que a pesar de que la rubia podía doble de riesgo de Rebbeca Romjin o de Nattasja Kinski, a mí amigo lo desmotivaba completamente (sexually speaking) que ella le hiciera propuestas chanchas mal formuladas. Mi amigo necesitaba la calentura del lenguaje. Desde entonces se la garcha en ucranianio, gracias a un curso que hace con cassettes de audio por correo. Su grito de guerra, cuando sus padres salen a comer y la casa le queda sola es "Ania, preparate que acá viene NN, con su morcilla vasca"

Hay amigos que son demasiado parecidos a uno mismo.

Caro dijo...

ajjajaj

muy bien