lunes, enero 14

Good bye, Lenin

- "Por qué me dio el lugar?"
- "Porque tenés el pelo blanco, mamá".
- "Y vos no te querés sentar?"
- "No, gracias, a mi me da calor estar sentada".

Se sienta, se acomoda. Pone su bolso en un costado, entre la chica de remera azul que está sentada contra la ventana, al lado suyo, y ella. Lo vuelve a poner sobre sus piernas. Estira su pollera gris, se tapa las rodillas, y mientras se las acaricia mira por la ventana. Vuelve los ojos a su hija.

- "Decíme, Adriana, en qué estación estamos?"
- "En Rivadavia".

Sus ojos azules miran todo por primera vez. Adriana saca de su bolso una Cindor y se la ofrece. Ella la recibe, y la sostiene con las dos manos. Entre sorbo y sorbo, pregunta a qué estación llegaron. La chica de remera azul le sonríe y le contesta:

- “En Olivos, creo. A ver…” -se asoma por la ventana, recorre el andén con la mirada. A lo lejos se ve el cartel-. “Sí, Olivos”.
- “Agradecéle, mamá”.
- “Gracias”.

La chica de remera azul la mira de reojo. La mira con tristeza. Se acuerda de su abuela. De nuevo, vuelve su mirada hacia la ventana para no pensar.

- “Mirá esta revista, mamá. No molestes a la gente”.

Adriana le pone la revista sobre su falda, del revés. Se la acomoda del derecho. Ella se detiene unos segundos en la tapa y empieza a pasar las hojas despacito, mirando sin mirar. El divorcio de Pampita, Omar Chabán en la cárcel. Yogur SER con biopuritas.

A cuántos años luz estás de este segundo, de este vagón? En qué estás pensando? Por qué nadie te corta las uñas, o te lava el pelo? Quién te abraza por las tardes?

Ahora se le acabó la Cindor y trata de capturar el último sorbo con la pajita. La gente la mira, la escucha insistir y regurgitar.

Vuelve a insistir.

Ahora aprieta el cartón, con las dos manos.

Ahora salpica a la chica de remera azul, que corre las piernas. Tarde. La cindor chorreando por sus piernas. En un intento de esconder su sonrisa, la chica de remera azul gira su cabeza para la ventana, y se muerde el labio.

- “Mamá, NO!. Dame eso. Se acabó, no hay más. Dame que lo guardo acá”.
- “Vos no querés?”
-“No”.

(...)

-“En qué estación estamos?”
-“En Martínez”.
-“Y a dónde vamos?”
-“A la verdulería… me querés acompañar, mamá?”
-“Sí, yo te acompaño adonde quieras. Yo voy con vos a todos lados”.

Se vuelve a acomodar la pollera. Se la estira para taparse las rodillas.

-“Adriana?”
-“Sí?”
-“Por qué me dieron el lugar?”
-“Porque tenés el pelo blanco, mamá”.

1 comentario:

Meche dijo...

Esto fue un golpe seco, sabelo :(