jueves, enero 29

Carmela 0

Me estoy quedando sin páginas para escribir en mi moleskine. Eso debe querer decir muchas cosas.

Por estos días estoy enojada y triste, discusiones absurdas, planteos que me decepcionan mucho y me hacen llorar. Cuando me siento así tengo ganas de hablar con Lacho que trabaja cruzando la avenida. No me da ni bola, igual. No le digo tampoco que quiero hablar de cosas importantes, quiero que me abraces y que me digas no estés triste, vamos a tomar un ice-cream soda.

Pero hoy estaba de verdad muy enojada. Y triste. Quería contarle cuán enojada y triste estaba. Que tenía ganas de pegar portazos y patear paredes. Que tenía ganas de ser verdaderamente mala. Pero no quise dramatizar.

Probablemente tampoco le hubiera contado demasiado, igual. Probablemente me hubiera bastado con caminar por Florida, con comernos una pizza de parados en Corrientes, con que se mirara los dientes en el reflejo del cuchillo tramontina y me hiciera reír. Eso me hubiera bastado. Y además hace mucho que no hablamos. Hoy le escribí y le dije eso.

Tesa me llama desde Suiza y mientras mastica un pedazo de chocolate me cuenta que se fueron con Dolo a esquiar. No le digo nada de nada. Tampoco le cuento. Boludeces y cómo va eso, ha ha gracioso, sí. No hice nada en estos días, etcétera. Sé buena y mandáme una postal. Es una pena que no estés para la despedida de solteras de M. Es una pena que yo esté justo acá para la despedida de solteras de M. No voy a ir, me da jimbo. No pienso ir. Todo un fin de semana de febrero es demasiado para mi.

Ayer comí con Agus que está habitando la casa de Marta (que tiene un toilette con paredes enteladas). La acústica es perfecta: cuando hacés pis el sonido es envolvente. Dolby sound. Como si todo quedara ahí, safe and sound.

Nos quedamos comiendo unos cosos de pollo muy sabrosos, tomando coca regular y charlando hasta que los ojos nos empezaron a picar. Cantamos canciones.

No le conté en profundidad el motivo de mi enojo-tristeza. Le conté superficialmente porque no quería hacer gran cosa del asunto y además estaba cansada y no me sentía con fuerzas suficientes como para hablar del tema. No quiero que se transforma en una bola de nieve horrible e incontrolable de hipótesis y elucubraciones. A veces es mejor no hablar y dejar que pase el tiempo.

Enojada y triste. Y con muchas ganas de llorar.

Y esperando que pase el tiempo.

Ya va a pasar, Carmela.

2 comentarios:

Eduardo Leiva Herrera dijo...

Ya pasó un día al menos. Y tus vacaciones están menos lejos (yo salgo mañana) La vida tiene sus cosas, sin dudas.


Salud, Caro.

Caro dijo...

Todos los días un día menos.
La vida tiene sus cosas, sí.

Saludos!