miércoles, mayo 14

Mean Mr. Mustard

Odian de tal manera a la tía Angustias que se aprovechan hasta de las vacaciones para hacérselo saber. Apenas la familia sale hacia diversos rumbos turísticos, diluvio de tarjetas postales en Agfacolor, en kodachrome, hasta en blanco y negro si no hay otras a tiro, pero todas sin excepción recubiertas de insultos. De Rosario, de San Andrés de Giles, de Chivilcoy, de la esquina de Chacabuco y Moreno, los carteros cinco o seis veces por día a las puteadas, la tía Angustias feliz. Ella no sale nunca de su casa, le gusta quedarse en el patio, se pasa los días recibiendo las tarjetas postales y está encantada.

Modelos de tarjetas: "Salud, asquerosa, que te parta un rayo, Gustavo". "Te escupo en el tejido, Josefina". "Que el gato te seque a meadas los malvones, tu hermanita". Y así consecutivamente.

La tía Angustias se levanta temprano para atender a los carteros y darles propinas. Lee las tarjetas, admira las fotografías y vuelve a leer los saludos. De noche saca su álbum de recuerdos y va colocando con mucho cuidado la cosecha del día, de manera que se puedan ver las vistas pero también los saludos. "Pobres ángeles, cuántas postales me mandan", piensa la tía Angustias, "ésta con la vaquita, ésta con la iglesia, aquí el lago Traful, aquí el ramo de flores", mirándolas una a una enternecida y clavando alfileres en cada postal, cosa de que no vayan a salirse del álbum, aunque eso sí clavándolas siempre en las firmas vaya a saber por qué.

("Lazos de familia", Cortázar)

Cuestión que la semana pasada, caminando por Santa Fe, me metí en conocida galería a curiosear, y dí con (además de gente *moeh* -como dice L- weirdo) un negocio que vendía unos muñequitos voodoo. La novedad: hágalo-usted-mismo, en la comodidad de su hogar. Terrible.

El adminículo de encantamiento consistía entonces en un muñequito de trapo, con su respectiva cabeza (cabellera en varios colores), bracitos, piernas. En la parte de la cabeza, espacio para poner la foto de la persona a practicarle el trabajo. Junto con el muñeco, en la misma practi-bolsa, indicaciones de lo más ilustrativas sobre dónde pinchar para obtener el efecto deseado, cantidad de velas a prender durante el ritual y otras especificaciones del estilo. Los alfileres no estaban incluídos (aclarado en el papel).

Después tenía un dibujo del cuerpo con las distintas zonas a tratar, y flechas-guía para saber dónde pinchar. Ejemplo: úlcera, gastritis --> zona abdominal; impotencia --> zona pélvica; cefalea --> cabeza.

Me quedé un buen rato mirando obnubilada mi descubrimiento, hasta que el sujeto de adentro del negocio -muy raro él también- me vio, y después existieron esos dos-tres segundos de contacto visual lo suficientemente incómodos para que emprendiese mi retirada.

Que hay gente lo suficientemente mala. Y hay gente igualmente creativa.

Y después están la tía Angustias, y Cortázar.

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