jueves, diciembre 11

Driving Miss Daisy

En el primer párrafo describiría lo bien que se siente manejar autos ajenos, una mezcla de adrenalina y placer, sobretodo si tiene para pasar las canciones y subir el volumen desde el volante, sobretodo si vengo escuchando Radiohead a todo volumen, Paranoid Android, es de mañana y medio que llovizna, sobretodo si es la camioneta de mi hermano y me dijo manejá tranquila, si chocás no pasa nada, para eso está el seguro, te lo digo porque no quiero que te lastimes.

Me explica como veinte veces que tengo que dejarlo en la fila que dice: ESTACIONE AQUÍ, me explica veinte veces más que tengo que dejarle las llaves puestas.

Se ríe por la mitad, me dice Bonch, tiene barba, es ingenioso, inteligente, culto, sensible, gracioso y cuando va al baño se lleva todas las secciones del diario incluyendo El Campo. Una combinación perfecta de distinción y neanderthalismo. Mi hombre ideal tiene que ser como mi hermano.

Pienso inventar muchas excusas para manejar su auto. Quiero repetir.

Cumpliendo con todos sus mandamientos, se lo dejo esta mañana en la cochera, lo mensajeo para su tranquilidad ‘el conejo está en la jaula’, espero el 10 en la esquina equivocada, camino hasta Las Heras y Uriburu, trayecto hasta el Farmacity de Santa Fe y Esmeralda, clips para sujetar estos rulos (no hay), cruzo a mi bar de otros tiempos, me siento en la mesa de siempre, me atiende mi mozo y caigo en la cuenta de que hace mucho que no vengo, el café + medialuna está a siete pesos.

A SIETE PESOS?

Entonces empezamos una conversación, mi mozo y yo. El tipo de conversación que tendría con un ex novio que me cruzo en alguna circunstancia similar, una mesa de entradas, supongo, donde hay conversación obligada:

Me acabo de dar cuenta del tiempo que pasó desde la última vez, porque la promoción de desayuno está a siete; sí, hace mucho que no venías, estás más flaca; eso quiere decir que antes estaba gorda? (risas); no, para nada, pero antes te pedías dos medialunas, el laburo bien?; igual que la última vez, creo, acá?; la misma gente de siempre, tus vacaciones? México, era?; impresionante, casualmente tengo la última latita de pastillas sabor mojito, te convido, las tuyas?; San Luis, gracias, y el chico de la barba?

Bueno, ahí me sonreí. Me di cuenta de muchas cosas, también.

[Casualmente todos tienen barba. Mi hermano L y mi hermano S, mis novios de alguna vez, Hache, el barrendero, Mauro –el vendedor del Jennys de Retiro que también lee a Saramago, mi playero favorito de Salguero y Libertador turno noche que limpia el parabrisas y el vidrio de atrás con mucho ahínco, Rocco y así podría seguir enumerando, mis preferidos siempre tienen barba. Me ví también contestando una vez, en un almuerzo laboral ‘pero a vos cómo te gustan?’, ‘peludos y con barba’, contesté]

Diego? No, con Diego nunca más; pero a veces viene, a veces lo veo; porque vive acá, a dos cuadras, cómo está?; igual.

Lo llaman de otra mesa.

Agarro un par de servilletas y me pongo a escribir. Ahora suena Pyramid song.

Antes de irme- me cobrás?; siete.

Y no se aguanta y me dice: ya va a llegar el indicado para vos, vas a ver.

4 comentarios:

luna ocre dijo...

rocco tiene barba......

Caro dijo...

Cierto. Ahí voy, ahí voy..

Anónimo dijo...

rocco es la prueba cabal de que del newman tambiém salen tipos que no se dedican al rugby. a veces paso por la puerta de su casa, camino a dar clase a los "rugby ball headed chicos" y escucho a brahms que brota de su jardín. Y pienso "este tipo algo entiende".
el no lo sabe, pero no importa.
Cuantas veces uno se queda sin saber cosas...

Un beso grande negra y felices fiestas si no te veo,

NACHO

Anónimo dijo...

no me imagino mejor indicador de cambio que el cafeconmedialunas