domingo, junio 8

No pienses de más
no dejes pasar las horas

En ese sentido estar sola en casa un domingo es un placer. Me paseo en pantuflas y pijama todo lo que quiera, el diario todo para mi, el sol dando justo sobre la cama, Luna ronroneando y estirándose - abriendo y cerrando sus garras - tanteando la colcha con sus manitas, música de fondo, un pedazo de pizza que sobró de ayer en la heladera (la pizza del día después es de los sabores más supremos) con doble ración de queso que le agrego ipso facto y un vaso de Sprite con yelo.

Sin mencionar claro, el sueño del muelle, mis pies apenas tocando el agua, yo cerrando los ojos y agarrándome bien fuerte del borde, después de repente mimos en el pelo, yo sin abrir los ojos todavía, y después el sol entrando por la ventana.

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