viernes, septiembre 14

Mots

Volver de Tribunales escuchando música bien fuerte es terapéutico. Es maravilloso, es bello, te dan ganas de pisar siguiendo el ritmo de Vertigo, de comprarte margaritas para tu escritorio y de abrazar al Señor De Los Abrazos Gratis.

Y mientras tanto vas mirando a la gente, a la señora con el carrito lleno de orquídeas, a los abogadillos con sus trajes impecables, sus zapatos lustrados, sus apellidos ilustres, sos cortes prolijos y sus carpetas llenas de escritos. Un par de turistas enmochilados desplegando mapas, gente que sube y que baja de los taxis. Gente apurada. Gente contenta, gente triste, gente a secas.

Te dan ganas de sentarte a mirar.

Hoy, por ejemplo, era un día para ir a mirar gente al aeropuerto. Hoy estaba in that kind of mood. De sentarme en un banquito, pelar un Snickers, y sentarme con mi cuaderno a mirar a la gente ir y venir por esos pasillos largos con valijas, con bolsas, con paquetes, preguntándome de dónde vienen y a dónde van. Qué están buscando. A quién esperan.

Se van porque se cansaron de esperar?

Azafatas que van y que vienen con sus tacos (clac-clac-clac), sus uniformes impecables, sus pañuelos almidonados y sus próximas 24/48hs. metidas en esas valijitas dedalescas.

En los aeropuertos siempre hay *algo* especial. Es la combinación de colores, adrenalina, perfume, nervios, chocolate, espera. Expectativa. Alegría (o tristeza).

Uno nunca sabe qué le espera.

Y uno nunca vuelve igual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se van porque se cansaron de desesperar.