jueves, noviembre 4

Uno de los cactus que tenía en el balcón murió de inanición...

Se ve que no lo regué durante un tiempo y se desmoronó todo, está flácido, ya no lo puedo mirar, me carcome la conciencia. No me quiero hacer cargo de los restos, por ahora le tiré un vaso de agua a la maceta y estoy esperando que ocurra el milagro.

Pero igualmente no dejo de preguntarme cómo es posible que se me haya muerto un cactus? osea, tenés que ser realmente chota, no?

O de repente pienso que no. Que así en la vida de las relaciones interpersonales como en la ficción vegetal, quizás te olvidaste de regar y un buen día te desayunás con algo que nunca hubieras pensado. El único recuerdo que tenías era de un cactus fuerte, erguido, feliz. Y la realidad te knockea, una tarde estás parada en el marco de la ventana del balcón, con un paquete de kesbun buscando una lata de pintura, y enseguida te das cuenta que la muerte misma está en frente tuyo, desmoronada sobre la tierra.

Cuándo? Cómo?

1 comentario:

Alelí dijo...

me auto proclamos asesina de serial de cactus!

no vi venir la analogía...y si, es horrible sensación también la viví coon una carga emocional bastante más imporante que al descubrir el asesinato vegetal.