domingo, junio 21

Las opciones eran: té común, té de durazno, té de mango+té verde (redonda redundancia) o té diurético (agh). Vamos con el de durazno.

Pan con semillas o pan negro. Dulce de ciruela o miel.

(Bueno, vamos con el pan con semillas + miel)

Las opciones también eran escuchar a Manu Chao (cómo se hace para abrir los archivos .rar?). O escuchar la versión de Ella de Georgia on my mind mientras escribo un ratito antes de bañarme.

El otro día leía en el diario sobre la muerte de Fernando Peña y me dio tristeza. La semana pasada había puesto en su programa la versión de Ray Charles, y mientras la escuchaba le dije a mi mamá "es casi tan linda como la versión de Ella, pero me gusta más la de Ella porque hay una parte que hace un juego impresionante con la voz". Y es difícil de explicar, pero cuando pasan una canción así en el medio de la vorágine de la mañana se siente un poco surrealista. Es como si de repente todo estuviera en mute y suspendido en el aire.

Como los chicos que vimos andando en bicicleta en Valeria del Mar el domingo a la noche. Que estaban andando en unas bicicletas altísimas, mucho más altas que las de los circos, con los pedales lejísimos del piso. Unos tres o cuatro eran. A eso de las dos de la mañana. Una cosa de lo más extraña y onírica.

T: muy surrealista, no?

C: cómo harán para bajarse?

y como si estuviéramos hablando de cosas absolutamente lógicas y banales:

T: se trepan a un árbol (con el tono de lo que es obvio)

y como si la respuesta fuera absolutamente lógica y banal:

C: claro

Cómo explicarte la luna? el bosque, la calle empinada? las bicicletas altísimas, las sombras largas proyectadas en el pavimento? las casas dormidas?

Y es muy loco estar ahí en ese momento, mientras estás presenciando algo que sabés nunca más vas a volver a ver en tu vida, que sólo está existiendo para vos, en ese momento. Y si me dicen 'a ver, decíme rápido qué momentos como estos tuviste en tu vida' diría sin dudar: la noche que venía por la panamericana y adelante mío había un camión con la puerta de atrás abierta, por la que que se asomaba un elefante que balanceaba su trompa; what a wonderful world en la radio, mientras volvía del entierro de una amiga al mismo nivel que Georgia on my mind de la semana pasada; los señores de las bicicletas largas en Pinamar; y la primera vez que vi a Lola, a través de una ventana de una sala de cirugía, mientras mi hermano la sostenía vestido en un ambo verde y se le llenaban los ojos de lágrimas.

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