miércoles, enero 27

Malhumor

Hola qué tal: me estoy dando cuenta de que en este mismo momento estoy entrando en un estado de malhumor insoportable, ya mismo me estoy dando cuenta. Lo fui gestando en el viaje de ida al laburo mientras- bueno, no viene muy al caso quién, sólo vamos a decir que es de capricornio y con eso bastará, esta persona de capricornio me sublimó el cerebro al punto de que entré en una batalla con mi parte amable, que me decía amar al prójimo y no amargarse a las 8 de la mañana porque realmente no lo vale y tenés que hacer el bien, qué haría Tomás si estuviera sentado en este mismo lugar eh, hablaría del clima, cantaría canciones, jamás se turbaría NO TE TURRRRBES, el día es maravilloso y ese pantalón blanco que te pusiste verdaderamente te queda muy bien, no hay motivos para enojarse tanto, sí, hacé eso, prendé la radio o NO: dejála que ponga su disco insufrible de Charles Aznavour o de Adriano el que canta en italiano, por el amor de DIOS, dejála ser feliz, dejála que se queje de la gente que pasea los perros sin correas y que se creen los dueños del pavimento (sic), dejála que se lamente por eso otro también, dejála que se coma todos los lomos de burro y le toque impacientemente bocina al tipo del fiat 600, dejála, respirá profundo, respirá profundo, así. Muy bien.

De todas formas no te creas, llegué al laburo tensa, claro que sigo de mal humor, mi jefe me ataja en el pasillo y me pregunta sobre el memo, que le mande el memo sobre la reunión de ayer, este otro pibe que me llama para decirme que hay un paro gremial y que tenemos que declarar la fuerza mayor, me tengo que ir a la secretaría de energía con 40 grados de temperatura, y ya me estoy dando cuenta, en seguida, que este va a ser un mal día y voy a estar de muy muy mal humor, y mientras me tomo este café con leche en polvo escucho por un segundo el discurso en mi cabeza objetivamente, me sorprendo con la más cochina conclusión, me estoy amargando por una boludez, estoy casi al borde, ahí nomás.

Lo llamo a T para que me saque de este trance horrible, que me diga algunas palabras mágicas, ni siquiera le puedo explicar cómo es que llegue hasta acá, digamos que fue en razón de asociaciones absurdas y rebuscadas, como es lo habitual. Y ahí pegado venía toda una explicación, la más indignada y resentida que me he escuchado pensar, y que me niego terminantemente a repasar. Ni siquiera me la animo a tipear. No te lo puedo contar.

T enseguida ensaya un diálogo gracioso, me dice algo de un bigote. Te mando una foto de cuando tenía bigotes, así se te pasa, dale. Ahora te mando algo, dejáme pensar.

No tenía bigotes en la foto. Pero tengo que admitir que casi, casi, se me está por pasar.

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