Hoy me levanté con dolor de panza *mal*, y haciendo sinapsis creo que todo empezó con el pescado que cocinó Concho ayer -con mucho cariño- y las milanesas crudas de la rotisería. El avocado está exento porque estaba riquísimo, y la chocotorta jamás podría ser inculpada.
Además tengo mucha sed y la noche de ayer me dio dolor de cabeza, así que mientras estaba haciendo pis y miraba todas las cosas que sacó mi mamá del ropero del baño y que yacen hace dos días sobre el lavatorio esperando ser clasificadas, di con el frasquito de Tiger Balm que compré hace años en el Barrio Chino, y que para mi felicidad y tranquilidad espiritual (manipulada) no tiene fecha de vencimiento legible. No habiendo entonces barrera que impidiera su aplicación, me puse cantidad moderada de ungüento en la sien.
Ahora estoy con mis pantuflas de verano (porque las de garras son demasiado abrigadas) envuelta en mi mantita animal print, y me siento con una especie de síndrome de abstinencia horrible.
En días como este se hace lo que se puede. A veces se puede muy poquito.
sábado, agosto 16
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