Después de mucho tiempo hoy tenemos nuevamente girlies night con my dearest Concho y Festi: vininis y queijo, después algún bar.
Además de que a mi MENCANTA manejar, cantar en el auto me hace feliz. Y saberme las canciones es especialmente importante y necesario para lograr el efecto deseado.
Siempre que puedo pido que me dejen el volante. Jamás permití que mis ex-novios manejaran el batimóvil. Jamás. Cederle el volante a un hombre que no figura en la cédula verde ni es titular de una azul, ni es pariente consanguíneo colateral en segundo grado, o en línea recta ascendente, no tiene asidero moral, ni espiritual, ni social. Es una mera delegación impropia de facultades que sólo debe ser permitida en casos excepcionales.
Y como a mi mencanta manejar, en reiteradas oportunidades y echando mano a excusas absolutamente fantabulosas, pedí que me concedieran el privilegio e hice puchero cuando me lo negaron, invocando machismo y otros argumentos mucho más débiles como "una relación se basa en la confianza", "haber chocado haciendo marcha atrás contra un auto frenado en un semáforo no me inhabilita" y "yo jamás te negaría el volante de mi auto" (todas ellas inyectoras de culpa).
viernes, agosto 15
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