Ahora que lo pienso tiene bastante lógica que de chica no me gustaran nada los globos de helio. Que el primer día el hilo estuviera tan tirante, el globo hinchado de orgullo tocando el techo (insistiendo con eso de escaparse).
Después el bajón del segundo día. Despertarme a la mañana y descubrir que estaba a mitad de camino entre el techo y el piso. Sin ganas de nada ya.
Mamá, el globo se está muriendo.
Tiene bastante lógica que no me gustaran, en realidad. La tendencia de los globos a ser tan efímeros.
lunes, noviembre 17
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