Hace dos días que sueño lo mismo con mi amiga Concho. Ella está en Nepal, y yo estoy acá, y sólo nos separa un río, finito-finito.
Ella está parada con un cuenco o un tambor, cantando un mantra, y me mira fijo -medio riéndose-; y yo estoy del otro lado, leyéndole no sé qué cosa.
Y después no sé, porque me despierto.
Bizarro.
viernes, enero 4
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