Hey.
La realidad a veces es bastarda. En el sentido de que nadie se hace cargo de las cosas que pasan, como si no fueran hijas de nadie. En paralelo estoy viviendo una historia que roza la ciencia ficción, que si la viera por televisión me parecería un divague absoluto, imposible que fuera real.
Cuando me pasan cosas así la sensación es muy rara. Es como si pusiera mute y la gente hablara y dijera cosas pero yo no escucho nada, sólo los veo gesticular y en mi cabeza estoy pensando en cualquier cosa y de fondo escucho un tiiiiiiiiiiiii casi imperceptible. Esa es la sensación que uno tiene cuando está pensando en absolutamente otra cosa, y tiene a alguien hablando en frente, y uno no puede dejar de pensar en eso otro que lo absorbe por completo.
Lo que decía es que estoy viviendo en paralelo una historia de ciencia ficción. Al principio escribía mucho sobre eso y pasaba muchas horas pensando en cómo se iban a resolver las cosas, qué podía hacer yo al respecto. Me partía el corazón verlo mal. Le pedía a Dios que me pasara a mi. Lloré una noche entera, con las rodillas al pecho y abrazada a T, preguntándole cómo podía ser que existieran cosas así. Con la angustia clavada en el estómago. Y la impotencia de saber que no podía hacer nada. Impotencia. Eso. La impotencia es la peor de las conclusiones posibles.
Ahora ya no hablo tanto de eso. Me acuerdo de lo que me dijo una vez un cura sobre algo que me había pasado, y que todavía me provocaba mucha tristeza después de dos años. Estábamos sentados en un banco de la facultad y me dijo 'lo que va a hacer es no hablar más del tema; cuando usted no hable más de eso, va a dejar de pensar en lo que pasó, y un buen día todo esto ya no le va a doler más'.
Y tenía razón.
jueves, julio 16
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