Durante un mes me negué a abrir los cajones de mi escritorio porque resultó que un día estaba buscando el cargador del celular y con el cable vinieron de las manitas dos cucarachas.
Después de gritar y de patear el escritorio como tres veces para que salieran de ahí y darles con todo el rigor de la zapatilla, bajé y le planteé a Graciela nuevamente todo este tema de las cucarachas que habitan en su casa, y muy especialmente de la familia que se estaba gestando en mi escritorio:
c: no vas a fumigar?
g: ...
c: es un asco
g: pero de qué color era?
c: MAMÁ-
Tuve que explicarle de nuevo sobre el documental en Animal Planet, con detalle en la parte que decían que por cada cucaracha que ves, hay doscientas que no ves (pero tuve que distorsionar un poco los datos para que el golpe fuera mayor).
c: como quinientas...
Cuestión que después de ese episodio no volví a abrir el escritorio hasta el día de hoy, en busca de las fotos de México -que no encontré- Sí di con una selección de fotos viejas, entre las cuales había un par decididamente bien escondidas, de esa etapa complicada que todos hemos tenido y nadie quiere recordar.
Y ahora un café con leche batida, con Billie Holiday de fondo, me descalzo mis chatitas rojinhas a lunares blancos y me voy a bañar.
sábado, abril 19
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