Mean Carmela II

Uno pensaría:

ajá, pero cómo es posible que puedas intercambiar palabras en esos términos con T, si todo en él es amor y bondad.

Bueno, lo cierto es que soy capaz de eso también y de otras cosas más. El ápice fue su marcha atrás en tren de estacionar el auto en la cochera (habiendo antes bajado unas bolsas que contenían paltas, limones, un tarro -de plástico- de miel de campo y el soundock del ipod, y habiéndolas colocado en el piso, atrás del auto), y pasarlas por arriba con todo el rigor de la rueda.

Muerto el tarro con miel, y embadurnadas las paltas y los limones con las mieles del desencanto, nos quedaba rezar por la bienaventuranza de los parlantes del ipod, que finalmente resultaron ilesos (sólo embadurnados).

Si, me enojé, pobre T, ya sé YA-SÉ. La verdad es que me enojé grado 5, lo que derivó en una serie de comentarios inoportunos de mi parte, y bueno, estamos en tren de recomponer el diálogo..

Le compré un libro de Bonjour con el chiste de ramoncito, en son de paz.

Todavía sigo reflexionando (porque T me dijo que reflexionara sobre las barbaridades que dije). Y tiene toda la razón (en esa parte). Me dijo también que piense si mi enojo fue realmente por eso, o porque manché todas mis remeras blancas en el lavarropas el día que me dijo que probara lavar en el suyo (así dejaba de usar el de mi mamá) y después de manchada toda mi ropa le contesté: que sea la última vez que me decís que lave en tu casa!!! (mierda, carajo!).

Otras cosas también, le dije. Quizás que no venían mucho al caso, pero bueno. En fin.

Me dijo que reflexione.

En eso estoy.