El hombre que jamás contestaba los mails está cediendo. De a poco. Aún así no cantamos victoria porque da mala suerte, pero we are positive he will eventually do so naturally.
Estoy escribiendo mucho menos porque mi vida está llena de horas de trabajo y de despedidas de solteras que me chupan la sangre y me sacan las energías para otras cosas. Por ejemplo, ya no duermo siestas los fines de semana, ni leo, ni miro tele, ni cocino, ni me depilo ni me unto cremas ni nada.
Un día hábil típico empieza despertándome a las 7.15, después hago pis, me lavo los dientes y la cara, intento (en vano) peinarme, voy a mi cuarto, me visto. Bajo a la cocina, me hago una tostada con manteca y miel. Si hace frío, me tomo un café con leche. Si hace un poco más de calor, sólo agua, quizás un té de esos ricos, quizás cambio la tostada por alguna fruta. Después me voy hasta la esquina por donde pasa el charter, me subo, prendo el ipod y me duermo hasta que llego a la esquina de Alem y San Martín. Me bajo, cruzo desde el Sheraton a mi laburo, subo las escaleras hasta mi piso, agarro una botella de agua de la cocina y sigo hasta mi escritorio.
[de 9 a 18 es aburrido explicar, además mi jefe es muy malvado, feo y grosero]
Bah, salvo hoy. Hoy al mediodía me di una vuelta por Ruth Benzacar. Tiene una muestra de fotografías de Alejandra Sanguinetti, y también hay un video. La historia de dos amigas, Belinda y Guille, y el paso del tiempo. Bizarro, pero interesante.
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